I.
Tú que a tus veintitantos hablas de tus grandes desilusiones, no hables falsamente, nosotros estamos más allá de esos juegos dramáticos.
Nosotros que bebemos el buen vino barato, niños pobres que podemos pagarnos un taxi para regresar a casita, bien tranquilos regresamos, luego lueguito de nuestras borracheras, a la camita calentita ¿A qué juego de rostros fieros podríamos pertenecer? Zarathustras de clase media.
Pequeñas desilusiones, no tenemos mayores certezas. Los cigarrillos pueden afectar el buen tino.
Pequeños sufrimientos de piso de parquet. Pequeños dolores de cumpleaños con payasos. Pequeños recuerdos de niños de zapatos ortopédicos. Pequeña vida.
Y sin embargo...
II.
Y sin embargo sabemos que de nosotros siempre es posible hablar algo más. Si bien nuestras miradas han perdido parte de ese brillo alucinante, de ese brillo de travesura, bien podemos decir que nuestros "como quisiera" aún son auténticos.
No hables falsamente. Ahora que es de noche en el bosque, no podemos quejarnos de nuestras provisiones. Vamos bien, tenemos linternas. A pesar de nuestras pequeñas muertes diarias, a pesar de ellas. En los claros del bosque el sol de la mañana seguirá regresando. Oh, nosotros, los pequeños ladrones, los pequeños comediantes.
Y nuestros veintitantos años de zapatillas de marca hay que vivirlos más relajadamente. Lo nuestro no es la competencia de egos.
III.
Oh dichosas almas grandes, Oh Nicanores Parras en proyecto, espero que sus gastritis al menos sean auténticas. Oh, como adoro tu cara de Juana de Arco Social. Oh, mi querida, todas las chicas te aprueban, con tu aire a Patti Smith, mi mensajera del infierno de oficinas de focos amarillos. Oh, ángel de luz, qué haces entre manos toscas. Escribes sobre el olor a bosta, en tus revoluciones de papel, y te desmallas si pisas mierda, o si el atrevido polvo osa manchar tus zapatos.
Tú, tú que tienes todas las respuestas en una frase, tú y tus refranes de abuela, tú y tus disfuerzos de gatita manipuladora...
IV.
Una cría de ciervo cerca, tengo que interrumpir, es hora de cazar, jeje, tú sabes nuestras claves, sabes a qué me refiero con la cría de ciervo...
Sacó la escopeta, cargo y disparó: matamos para vivir. Lecciones de una pequeña vida. Digresiones en el bosque.
No hay comentarios:
Publicar un comentario