I
Y veo ese brillo elemental en tus locos
piercings mientras abres la boca,
y tras de ti el follaje de ese nuestro viejo
árbol retorcido de dolor,
la brisa marina resfriándolo todo y el sol
enrojeciendo la vida,
y siento que los metalitos le van bien a tu
mirada de centelleante color.
Eres de esos ángeles que han venido
expresamente a este mundo a matar,
eres la chica del puñal inesperado, de rosa en
mano y sonrisa fácil.
Cuando regreso de los viajes de mi mente, ahí
perdido en la Lima más inhóspita,
vienen a mí las sensaciones que me causan aún
tu cuerpo.
La imposibilidad de atraparte en estas míseras
palabras.
¿Cómo repetir el movimiento de tu sensualidad en
estas delgadas formas negras?
El ritmo de tu respiración es mi máximo ideal
estético.
¿Podría mi sangre coagulada ser cincelada e
imitar las formas de tu risa?
El arte de repetirte.
Adivinaría en las sombras más tenues el
salvajismo de tus cabellos.
Aún hoy, aún hoy.
II
Y regreso a aquel instante en el que el mundo
se detuvo.
Bienvenida entonces la noche peligrosa,
bienvenidos sean los mensajes crípticos,
oh, bienvenidas sean las miradas
significativas,
bienvenida mi perdición en el tacto de tus
manos,
bienvenida, mi luz, mi tartamudez de redomado
idiota.
Te pienso, tecleando esos instantes,
liberando al viento el paso de los días,
y no olvidando así tus gestos de pequeña-payaso,
los signos de la esperanza.
Es que tenías que ser tan malditamente bella.
III
Ayer pase la noche en la intemperie del parque
frente a tu casa,
el frío puede ser un buen remedio para el amor.
Esperando que fueses al trabajo, bien de
mañana,
espere y nunca saliste, sólo tus padres,
y pasó así la tarde,
y ya en la noche viendo la perspectiva de
continuar en las mismas me fui.
Luego, esta mañana, al despertar, me entere que
habías viajado.
IV
Mi vida se puede resumir en una larga serie de discronías.
Las estupideces las suelo cometer después,
nunca en ese “antes” de los valientes.
Quedan en ese nuestro lugar las amargas rosas,
La muerte de un verano,
Y estas palabras extemporáneas.
V
Fuimos dos animalitos perdidos en tierras
áridas,
nos protegimos, y avanzamos juntos,
el camino nos unió y el camino nos separó.
Entonces hoy digo Mañana!,
Hoy digo Adelante!,
Hoy digo adiós a nuestros besos simiescos…
VI
Una de esas palomas que siempre me rondan choca
contra la ventana de mi tercer piso,
Es hora de terminar esta carta,
la naturaleza te puede dar buenos sustos si no
la dejas en paz,
y el chocar de mis dedos en las teclas parece
hoy algo de lo más antinatural,
de lo más infame,
me detengo o vendrán todas las palomas del
mundo,
y tendré vidrios rotos, rotos, centellantes,
como tu mirada, como tu mirada…
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