sábado, 23 de junio de 2012

Sobre un volkswagen amarillo


Un volkswagen amarillo destartalado escupiendo humo mientras recorre el camino rumbo a Huancayo. Un huayno despertando al día y la novedosa calidez del sol en nuestras mejillas de borrachos. Los cerros coloridos brincan en el horizonte muy lejos de los árboles que abren sus brazos en bienvenida. El frío se aleja no sin antes haberle dado un ritmo africano a mi dentadura. Maba, tan angelical con la baba deslizándosele sin prisa, compartimos los asientos traseros, y todo estaría genial si no hubiese cogido todo el mantón con la imagen de un tigre para cubrirse ella, y así acurrucada parece sin intenciones de despertar, y pensar que ayer me la tiré mientras nos cubríamos bajo el felino. Cuando Maba empezó a gemir, rompiendo el silencio de las cumbres, Johanna ,en el asiento delantero de copiloto volteó sorprendida, e hizo una de esas muecas de mujer ofendida pero borracha, es decir otro rostro angelical. Y Joaquín al volante que entre carcajadas y dándole vuelta a su brazo y mano derecha aplastaba mi cara contra la de Maba, y mi loca chica con sus puta madres, y sus arañazos belicosos, su aliento de ron y cigarro, y la cabalgata que seguía, verga, verga, verga Mabita,  y el puto huevón de Joaquín que se le daba por ir en zigzag, y yo que me venía fuera de Mabita ensuciando la carcocha. Y otra vez Joaquín y su artillería de groserías, y Johanna tan linda y tan borracha, me tiraba a Maba pensando en Johanna. Maba tenía unas piernazas y  te volvía loco a punta de minifaldas, era mandada, pero siempre al final ponía un pero, le gustaba verlo a uno desesperado, pero bueno ahora con trago me había atracado. Y Joaquín estaba en un ligue monse con Johanna, ja, pero era evidente que no podía dejar de pensar en Maba, y la susodicha era mía en su carro…




Vocabulario!!!
Jerga peruana

Tirar: follar, tener sexo
Carcocha: carro viejo
Ligue monse: flirteo pésimo
Atracar: (en este contexto) aceptar algo luego de una negociación
A punta de: mediante, por medio de
Venirse: eyacular

viernes, 22 de junio de 2012

RABBITT

I
Y decías hace unos días: no hay nada que decir cuando sabemos que la muerte está suspirándonos al oído. No tengo fuerzas. Toda la mierda me rodea. Encerrado en el temor. Atrapado, adscrito a este cielo de esteras. Olvidamos las palabras importantes cuando nuestro pecho siente una fuerte opresión. El signo de la muerte. Cansado de vivir. De ésta manera. Los perros ladran y son testigos de este mundo falso. Es mucho pedir un poco de silencio, ¿vale más que una cucharada de azúcar? Es como si la vida hubiese hecho sus maletas. No siempre fue así. No siempre fue así. Y hoy lo sabes. Hoy dices: recuerdo los buenos días, era muy pequeño, y mi signo era la alegría temerosa. La decadencia siempre es lentísima. Toma millones de años, pero hacia allí vamos. Lo que más me ha costado aprender es vivir en la falsedad. Nunca lo aprendí completamente. 

II
Siempre busqué esa pequeña luz, ese momento de quietud en mi ser. Crees que eres único, crees que naciste con un don especial, crees que el futuro te sonreirá, pero luego llegan las sombras, y vas dándote cuenta que hay falsedad por todos lados. Te han contado un buen cuento. Lo invisible se ríe de ti. Y entonces, en la derrota, el orgullo te toma la posta, y cada día vives un poco más para él. La buena ropa, la ostentación, la apariencia. Luchas. Vas a tu primera guerra mundial. Y como tenía que ser, pierdes. Y ahí en las trincheras de la vanidad, hay por supuesto millones de muertos, en el fondo no te interesarán demasiado, no más que dos o tres, tus amigos. Y llega entonces algo de distensión, ya tienes qué afeitarte, y vas por ahí recitando verdades con tu rostro más fiero. Y sin embargo, todo es falsedad. 

III
En esos días eres otro, y ya ni piensas en tu primera derrota, pero sí en esa marca a tu orgullo, que crees impregnada en tu frente, y que será motivo de tu mirar atrás paranoico. Bien sabes que tu fiereza, es falsa fiereza. Usas el traje del orgullo, eres la marioneta del gigante Invisible. Y como tenía que ser te ilusionas con el amor. Mientras, eres ahora sí marcado de verdad. Eres carne que come carne. Un súbdito del reino del número. Seguida de algunas escaramuzas, llega al fin la hora de ser alguien. Estás oficialmente sumergido de cabo a rabo en las cataratas del dolor, con edulcorante a veces, y sentirás entonces tu condición de arrojado al mundo, perdido en el medio de la selva, podrás reír, bailar, viajar, rezar, o multiplicar, pero una palabrita entrará bien dentro tuyo: seguridad. Se presentará a ti de mil maneras, en minifalda de secretaria, como un mensaje de texto, en una canción, dentro de un auto, debajo del puente. Todas a la vez. Entonces la palabrita crecerá e irá matando cualquier posibilidad de ver la luz, los tanques alemanes ingresando a París, y además tu orgullo pisoteado. 

IV
Una sola bandera ondeará en tu cielo turbio: el dinero.  La segunda guerra mundial, te matará mil veces.  El cielo quedará completamente negro, será la noche eterna, pero sin lunas ni estrellas. Tendrás que comprar tu seguridad. Y te verás tan inseguro, en tu traje de trabajo, en tu fumar apresurado, en tu sonrisa complaciente y en el amor que intentas imitar. La noche le ha dado un tono de cementerio a tus ojos. Estás muerto. Y sin embargo sigues caminando, ¿no es así? En este mundo de falsedad, no tendríamos por qué sorprendernos. Sigues andando descalzo, el terreno es un completo lodazal, restos humanos por doquier, y el inconfundible olor a sangre. Sigues andando. Corriendo. Te has chamusqueado en los últimos ataques con las bombas-ángeles. Y cae la bomba nuclear. Eres una cucaracha. Tienes piel de chancho, dices. Tus palabras, todas, te suenan falsas, tu patético cinismo te enferma, pero sigues. 

V
Entonces, un día, un millón de años después, tú, más viejo que el dolor en el mundo, andas sin saber a dónde ni por qué, vas por un parque en la eterna noche de soledad, distingues una banqueta alejada de todo, te acercas a ella, te sientas, comprendiéndote al fin infinitamente exhausto de ti , contemplas la iluminación triste, amarillenta a más no poder, está garuando, ves hacia lo alto de tu poste cercano, y entre la luz y la lluvia ves una polilla peleando por llegar a su sol amarillo, atravesando su propia tormenta. Aprendes entonces una nueva palabrita: empatía. Tú y la polilla. Lloras. Lloras por el millón de años pasados. 


VI.
Próximo se escucha el mar y su profundidad. Sueñas que eres el Minotauro, sueñas con máscaras. Una calidez en tu mejilla te hace despertar, abres los ojos, Noé saliendo del arca, el sol te da en plena cara. Es el amanecer. La resaca te tiene aún aturdido. Dejas la banqueta, caminas hacia el mirador, contemplas la danza del sol, el caminar de las palomas-gallinas te hace recordar el caminar de las señoras gordas. Ha amanecido, no lo puedes creer.  Vas hacia el kiosco, esperando, no sabemos por qué, la gran noticia, que ha amanecido, le preguntas extasiado al vendedor de periódicos sobre el tema. Él te cree verdaderamente loco. Lanzas una risotada, caminas y caminas, unas lágrimas por ahí. 


VII
Te acercas a un puesto de comida ambulante, pides un caldo de gallina, la dueña tiene un televisor, ve el noticiero, guerra, muerte, corrupción, farándula, dices nadie se ha dado cuenta del amanecer.  Pagas con moneditas. Te alejas un poco contrariado, cuando caminando de nuevo por el mirador, descubres a un perro negro con una mancha blanca en el contorno del ojo derecho, cruza entre tus piernas, en su andar veloz  recuerdas a tu padre,  el perro se dirige al muro, limite del mirador, levanta sus dos patas delanteras sobre este muro, mira al sol de la mañana, y le ladra como diciéndole, aquí estoy, y no sé qué sería de ti sin mí. Epifanía. Te emocionas, y corres hacia al perro, lo abrazas, a él y a sus pulgas, él te lame y comparte contigo su olor a guardado. Sacas tu viejo centavo de dólar, ese que tenías para la buena fortuna, y lo arrojas lo más lejos que puedes, arrojas a Lincon al mar.  Sabes que en el perro no hay falsedad, no hay falsedad en su afecto. 

VIII
El mundo es y será implacable. Regresas a casa con tu nuevo amigo, te afeitarás y cambiarás esas ropas de dos semanas de vagabundeo, tu familia y tus amigos te esperan.  Tendrás de seguro tu penitencia. Ya en casa cuidarás de tu perro, y buscarás un empleo, las batallas serán diarias, pero serán distintas a las otras guerras absurdas, revisarás tus apuntes y recordarás una frasecita de Bill Hicks, el comediante norteamericano, lanzada hace miles de años, que La vida es sólo un paseo. Será otro golpe al plexo, muy necesario, entonces, haciendo un gran esfuerzo de empatía, escribirás este relato, y lo leerán, y lo leerán.  Redención.

Mi primer post en borradorpoetico

Este es mi primer post en borradorpoetico.blogspot.com , la idea es ejercitarme en el arte de escribir. Escribo a veces poemas, a veces relatos, y en algunas ocasiones poemas-relatos, éstos últimos son híbridos, que no se por qué, me son más gratos. Tengo algún material guardadito, y lo iré publicando según sople el viento.  También escribiré cosas nuevas. De vez en cuando tendré posts informativos, a modo de reflexión de cómo vamos avanzando.

Algunos de mis escritos intentan ser parte de un ambicioso proyecto llamado Ensayo sobre la frustración.  De este proyecto hablaré más adelante.

Los dejo, lean ahora mi primer poema-animal, mi primer híbrido para ustedes, también pueden llamarlo poema-máscara: Rabbitt (más adelante comentaré Rabbitt, con doble t).