Morning in town, no dad, no mom, nobody’s near, alone in the
hell. Mosquitoes and hatred. The sound
of the train is a torture. I feel like dying, babe. I wanna go home. I wanna go
to the river.
viernes, 20 de julio de 2012
Sombras de sangre
Oh, ser de sangre, ser de vísceras, ser de
huesos, ser de nervios, ser de la carne.
Oh, extraño animal caído, cuya muerte ha hecho
nacer ángeles y dioses.
Oh, misterioso espécimen, que de tu
putrefacción pudo aparecer un alma.
Oh, tú, rara cosa, que te amontonas de a miles,
cerca a por donde los ríos fluyen, a por
donde la noche es menos fiera.
Oh ser de los dientes y la lengua, cuán
diferente serías sin éstos.
Oh ser que quiere mover montañas, performar los
relámpagos,
Y hacer desfilar a demás animales y plantas según
tus veleidades,
Oh, ser que hasta a las piedras haces hablar,
Oh, ser que gritas oh al saberte humano.
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Las amargas rosas – O la carta que nunca se entregará.
I
Y veo ese brillo elemental en tus locos
piercings mientras abres la boca,
y tras de ti el follaje de ese nuestro viejo
árbol retorcido de dolor,
la brisa marina resfriándolo todo y el sol
enrojeciendo la vida,
y siento que los metalitos le van bien a tu
mirada de centelleante color.
Eres de esos ángeles que han venido
expresamente a este mundo a matar,
eres la chica del puñal inesperado, de rosa en
mano y sonrisa fácil.
Cuando regreso de los viajes de mi mente, ahí
perdido en la Lima más inhóspita,
vienen a mí las sensaciones que me causan aún
tu cuerpo.
La imposibilidad de atraparte en estas míseras
palabras.
¿Cómo repetir el movimiento de tu sensualidad en
estas delgadas formas negras?
El ritmo de tu respiración es mi máximo ideal
estético.
¿Podría mi sangre coagulada ser cincelada e
imitar las formas de tu risa?
El arte de repetirte.
Adivinaría en las sombras más tenues el
salvajismo de tus cabellos.
Aún hoy, aún hoy.
II
Y regreso a aquel instante en el que el mundo
se detuvo.
Bienvenida entonces la noche peligrosa,
bienvenidos sean los mensajes crípticos,
oh, bienvenidas sean las miradas
significativas,
bienvenida mi perdición en el tacto de tus
manos,
bienvenida, mi luz, mi tartamudez de redomado
idiota.
Te pienso, tecleando esos instantes,
liberando al viento el paso de los días,
y no olvidando así tus gestos de pequeña-payaso,
los signos de la esperanza.
Es que tenías que ser tan malditamente bella.
III
Ayer pase la noche en la intemperie del parque
frente a tu casa,
el frío puede ser un buen remedio para el amor.
Esperando que fueses al trabajo, bien de
mañana,
espere y nunca saliste, sólo tus padres,
y pasó así la tarde,
y ya en la noche viendo la perspectiva de
continuar en las mismas me fui.
Luego, esta mañana, al despertar, me entere que
habías viajado.
IV
Mi vida se puede resumir en una larga serie de discronías.
Las estupideces las suelo cometer después,
nunca en ese “antes” de los valientes.
Quedan en ese nuestro lugar las amargas rosas,
La muerte de un verano,
Y estas palabras extemporáneas.
V
Fuimos dos animalitos perdidos en tierras
áridas,
nos protegimos, y avanzamos juntos,
el camino nos unió y el camino nos separó.
Entonces hoy digo Mañana!,
Hoy digo Adelante!,
Hoy digo adiós a nuestros besos simiescos…
VI
Una de esas palomas que siempre me rondan choca
contra la ventana de mi tercer piso,
Es hora de terminar esta carta,
la naturaleza te puede dar buenos sustos si no
la dejas en paz,
y el chocar de mis dedos en las teclas parece
hoy algo de lo más antinatural,
de lo más infame,
me detengo o vendrán todas las palomas del
mundo,
y tendré vidrios rotos, rotos, centellantes,
como tu mirada, como tu mirada…
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miércoles, 4 de julio de 2012
DIGRESIONES EN EL BOSQUE
I.
Tú que a tus veintitantos hablas de tus grandes desilusiones, no hables falsamente, nosotros estamos más allá de esos juegos dramáticos.
Nosotros que bebemos el buen vino barato, niños pobres que podemos pagarnos un taxi para regresar a casita, bien tranquilos regresamos, luego lueguito de nuestras borracheras, a la camita calentita ¿A qué juego de rostros fieros podríamos pertenecer? Zarathustras de clase media.
Pequeñas desilusiones, no tenemos mayores certezas. Los cigarrillos pueden afectar el buen tino.
Pequeños sufrimientos de piso de parquet. Pequeños dolores de cumpleaños con payasos. Pequeños recuerdos de niños de zapatos ortopédicos. Pequeña vida.
Y sin embargo...
II.
Y sin embargo sabemos que de nosotros siempre es posible hablar algo más. Si bien nuestras miradas han perdido parte de ese brillo alucinante, de ese brillo de travesura, bien podemos decir que nuestros "como quisiera" aún son auténticos.
No hables falsamente. Ahora que es de noche en el bosque, no podemos quejarnos de nuestras provisiones. Vamos bien, tenemos linternas. A pesar de nuestras pequeñas muertes diarias, a pesar de ellas. En los claros del bosque el sol de la mañana seguirá regresando. Oh, nosotros, los pequeños ladrones, los pequeños comediantes.
Y nuestros veintitantos años de zapatillas de marca hay que vivirlos más relajadamente. Lo nuestro no es la competencia de egos.
III.
Oh dichosas almas grandes, Oh Nicanores Parras en proyecto, espero que sus gastritis al menos sean auténticas. Oh, como adoro tu cara de Juana de Arco Social. Oh, mi querida, todas las chicas te aprueban, con tu aire a Patti Smith, mi mensajera del infierno de oficinas de focos amarillos. Oh, ángel de luz, qué haces entre manos toscas. Escribes sobre el olor a bosta, en tus revoluciones de papel, y te desmallas si pisas mierda, o si el atrevido polvo osa manchar tus zapatos.
Tú, tú que tienes todas las respuestas en una frase, tú y tus refranes de abuela, tú y tus disfuerzos de gatita manipuladora...
IV.
Una cría de ciervo cerca, tengo que interrumpir, es hora de cazar, jeje, tú sabes nuestras claves, sabes a qué me refiero con la cría de ciervo...
Sacó la escopeta, cargo y disparó: matamos para vivir. Lecciones de una pequeña vida. Digresiones en el bosque.
Tú que a tus veintitantos hablas de tus grandes desilusiones, no hables falsamente, nosotros estamos más allá de esos juegos dramáticos.
Nosotros que bebemos el buen vino barato, niños pobres que podemos pagarnos un taxi para regresar a casita, bien tranquilos regresamos, luego lueguito de nuestras borracheras, a la camita calentita ¿A qué juego de rostros fieros podríamos pertenecer? Zarathustras de clase media.
Pequeñas desilusiones, no tenemos mayores certezas. Los cigarrillos pueden afectar el buen tino.
Pequeños sufrimientos de piso de parquet. Pequeños dolores de cumpleaños con payasos. Pequeños recuerdos de niños de zapatos ortopédicos. Pequeña vida.
Y sin embargo...
II.
Y sin embargo sabemos que de nosotros siempre es posible hablar algo más. Si bien nuestras miradas han perdido parte de ese brillo alucinante, de ese brillo de travesura, bien podemos decir que nuestros "como quisiera" aún son auténticos.
No hables falsamente. Ahora que es de noche en el bosque, no podemos quejarnos de nuestras provisiones. Vamos bien, tenemos linternas. A pesar de nuestras pequeñas muertes diarias, a pesar de ellas. En los claros del bosque el sol de la mañana seguirá regresando. Oh, nosotros, los pequeños ladrones, los pequeños comediantes.
Y nuestros veintitantos años de zapatillas de marca hay que vivirlos más relajadamente. Lo nuestro no es la competencia de egos.
III.
Oh dichosas almas grandes, Oh Nicanores Parras en proyecto, espero que sus gastritis al menos sean auténticas. Oh, como adoro tu cara de Juana de Arco Social. Oh, mi querida, todas las chicas te aprueban, con tu aire a Patti Smith, mi mensajera del infierno de oficinas de focos amarillos. Oh, ángel de luz, qué haces entre manos toscas. Escribes sobre el olor a bosta, en tus revoluciones de papel, y te desmallas si pisas mierda, o si el atrevido polvo osa manchar tus zapatos.
Tú, tú que tienes todas las respuestas en una frase, tú y tus refranes de abuela, tú y tus disfuerzos de gatita manipuladora...
IV.
Una cría de ciervo cerca, tengo que interrumpir, es hora de cazar, jeje, tú sabes nuestras claves, sabes a qué me refiero con la cría de ciervo...
Sacó la escopeta, cargo y disparó: matamos para vivir. Lecciones de una pequeña vida. Digresiones en el bosque.
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